Estudiar en el extranjero es esencial para aprender (de forma apropiada) un nuevo idioma, pero ¿cómo sabes si estás preparado para subirte a un avión e iniciar una aventura que transformará tu vida por completo? Para ayudarte a tomar esa decisión, hemos elaborado lo que sería el perfil de una persona dispuesta a afrontar la vida en el extranjero. Si gritas, «¡Dios mío, igual que yo!», entonces es hora de que desempolves tu pasaporte y compres un billete de avión con destino a algún lugar.
Ver y escuchar series y música en el idioma que estás estudiando (o quieres estudiar) es una forma genial de mejorar tu fluidez. Pero, cuando se convierte en una obsesión, puedes dar por hecho que necesitas hacer las maletas y experimentar la atracción que sientes por ese país en persona.
Muy nerd, lo sabemos, pero tienes adicción. No haces ningún viaje en autobús, coche o tren sin avanzar uno o dos niveles de tu aplicación de idiomas favorita o sin leer una página o dos de un libro en ese idioma. Tienes la misión de mejorar cada día y pasar todo el tiempo perfeccionando tus conocimientos y tu acento.
Esto suele ser un privilegio reservado para aquellos que dominan un idioma, pero cuando estás muy preparado para estudiar en el extranjero, el idioma encuentra una manera de colarse en tus sueños.
Un hombre sabio dijo una vez que el límite del lenguaje de alguien es el límite de su mundo, y no podrías estar más de acuerdo. Así que ya te has hartado de tu mundo-en-un-solo-idioma y de los límites que impone en tu comunicación. Existe un mundo ahí fuera y quieres hablar con él.
Pocas cosas te permiten sumergirte tanto en una nueva cultura como la comida. Tus papilas gustativas ya son bastante bilingües: encuentras todos los restaurantes japoneses, pizzerías italianas o hamburgueserías estadounidenses que hay en 100 kilómetros a la redonda. Y cuando el personal ya sabe lo que pides, es hora de experimentar lo auténtico.
El mundo te fascina, te intrigan otras culturas y no dejas de hacerte preguntas sobre lugares, sonidos y sabores de todo el mundo. Perderse en una ciudad desconocida suena excitante y no puedes esperar a estar en una ciudad en la que nadie te conozca. Deseas explorar hasta el último rincón del mundo, y aprender un idioma es el primer paso para convertirse en un trotamundos de excepción.
Google es tu mejor amigo, has descubierto mapas de metro, excursiones urbanas y los mejores ángulos para hacerte selfies en frente de monumentos famosos. Tienes ya el itinerario para la primera semana en el destino de tus sueños y es el momento de dar buen uso a toda esa investigación.
Te emociona tanto tu plan de estudios fuera de España que lo compartes con el mundo. El conductor del autobús, el cartero, tu tía abuela y todo internet, todos ellos saben que vas a irte lejos. No hay nada de malo en ello: después de todo, compartir es vivir.
Las clases de idiomas, aplicaciones, películas, podcast y aventuras culinarias son interesantes y te divierten. Pero sabes que la inmersión está donde está: la manera más rápida de aprender un idioma y dominarlo es vivirlo las 24 horas practicándolo con la gente del lugar. Que te preocupes por progresar lo máximo en el menor tiempo posible solo demuestra que eres una persona madura y preparada. ¡Adelante, pequeño saltamontes, recorre el mundo!
Tomado y copiado de: http://www.ef.com.co/
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